ME CAGO EN EL PAPA (Papa, no papá)

¿Qué daría yo por estar al lado de Pinochet, Stroessner, Pol Pot, etc, en sus últimos segundos de vida para susurrarle al oído “jódete, vas a ir al Infierno? ¿Cuánto daría por estar al lado del Franco entubado para decirle lo mismo? ¿Y si ellos me hubieran replicado “el Infierno no existe, lo ha dicho el Papa”?

A la vista de esto, de la proclamación del Papa polaco de la no existencia del Infierno, ha provocado que este tipo de gobernantes se puedan sentir felices de por vida y no sentirse a disgusto con sus reprochables acciones.

Si no existe el Infierno ¿existe el Cielo? ¿No nos habían dicho que el primero no podía existir sin el segundo? ¿No recordamos aquello de que “el Mal existe para que pueda existir el Bien y que no podríamos vivir felices si no tuviéramos la referencia de pasarlo mal? El Bien, el Mal; el Si, el No; el Ying, el Yang; el Cielo…, ¿el Infierno? Me han mentido, ¡cago en el Papa!.

¿Por qué tuvo que negar la existencia del Infierno? ¿Cómo ha podido hacerme eso a mí, un buen ateo educado en un colegio de Reverendos Padres Mercedarios? Al menos me quedaba la posibilidad de estar equivocado de que no existiera Dios y, consecuentemente, Lucifer y que los males que no se castigaban en la Tierra, fueran castigados en la Otra Vida. Pero no, el Santo Padre tuvo que decir que el Infierno no existe. No tenía derecho.

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