ESCLAVAS ON THE ROAD

Se ha convertido en una verdad absoluta e incuestionable el pensar que no se puede acabar con la prostitución.

Siento vergüenza cuando voy con mis hijos en coche y veo a jóvenes y preciosas mujeres queriendo cambiar la introducción de un pene en su boca, vagina o ano, por dinero (no he puesto “ofrecer su cuerpo” porque me parece un eufemismo no muy esclarecedor y hasta un poco hortera). Cada vez que veo alguna, me tensiono esperando que uno de mis hijos me pregunte que hacen esas chicas a ambos lados de la carretera y, contestada su pregunta, me vuelvan a preguntar el por qué permitimos eso. Todavía no he llegado a tener una buena respuesta.

No recuerdo donde leí que la prostitución de los años 40, 50 y 60 era consecuencia de la miseria que acampaba por territorio hispano; que la de los años 70 y 80 era debida al consumo de las drogas y que, la de los años 90 y primera década de este siglo, está siendo debido a la simple esclavitud.

Sobre este tema, la prostitución, también hay un debate sobre su posible legalización o no. Una parte sostiene que sería lo mejor para que de esta manera las prostitutas y sus clientes estuvieran más protegidos sanitariamente y que, también, estas, incomprensiblemente llamadas “trabajadoras del amor” (sic), tengan su seguridad social e, incluso, contribuyan al sostenimiento del Estado del Bienestar –que las margina y olvida que son esclavas- con los impuestos de su “actividad económica”.

Otra posición sostiene que, legalizarla, no las beneficiaría, sino que legalizaría, obviamente, su marginalidad y esclavitud. La anterior posición, a la que me he referido en el párrafo anterior, parte del antiguo discurso de que las prostitutas son jóvenes, en su mayoría del sur de España, que nutren las calles de viejos barrios de las grandes y medias ciudades. Esto ya no es así. Ahora las jóvenes ya no son de nuestro Sur, sino del otro gran Sur y también del Este de Europa. Ya no son jóvenes andaluzas, extremeñas o gallegas aparcadas en bares y tabernas de mala muerte y controladas/protegidas por un novio sinvergüenza urbanita. Ahora son estructuras mafiosas del África subsahariana y de la Europa del Este que exportan, asientan, controlan, alquilan, venden a estás foráneas jóvenes. La chica de pueblo que venía a la ciudad a trabajar de sirvienta y que era engañada por su novio para ejercer la prostitución, ha acabado hace muchos años. Ahora hasta existe el sistema “vending”, que consiste en dejar a prostitutas en los cruces de carretera a las 6 de la mañana e ir a recogerlas a las 9 de la noche, tal como si fueran una maquina de dispensar refrescos, cafés o bollería.

En esta época de renacentista profesionalización, la modernidad también ha llegado a la prostitución e, incluso, existe una organización empresarial de clubes de alterne que juega como poder fáctico, tal como si fuera otro tentáculo de la CEOE.

Dicen que ni la propia Iglesia española, vasca y catalana, salida de la Gloriosa Cruzada, pudo acabar con las mujeres de mala vida que fumaban y te trataban de tú sin apenas conocerte. Ni el gran Estado Nacional Sindicalista, adalid de la gran Revolución Pendiente que nos iba a librar del Liberalismo y del Marxismo, pudo hacerlo. Parece ser que se dejó hacer, ya que valía más contentar a los hombres de aquella época con el placer carnal, que meter a las miserables prostitutas en campos de trabajo o de reeducación nacional.

Esta eterna tolerancia hacia la prostitución se veía empañada con algunas redadas hacia ellas, e incluso, hacía los protectores/novios que asesoraban y disfrutaban de las jóvenes miserables que eran engatusadas por ellos mismo de mil y dos maneras.

Todo esto llevó también a que con la “Reforma” de Los Principios Fundamentales del Movimiento que enmarcaban aquella, añorada por algunos y más de algunos, Democracia Orgánica, no se cuestionara este tema. Se pensaba que la Libertad que se avecinaba acabaría lánguidamente con ella, con la prostitución, y ya no harían falta putas. Los españoles ya no necesitarían comprar esa masturbación extracorpórea.

Los hechos, el tiempo, la realidad, parece demostrarnos que no fue así, pero parecía que sí, ya que la desaparición de algunos barrios, de esas noveladas estrechas calles, llenas de bares y pensiones, con mujeres sinuosas y viandantes sin prisa, nos lo estaba corroborando.

Después de esos primeros años de prehomologación con nuestros vecinos europeos, en los que gozosamente nos inundamos de revistas, películas administrativamente llamadas “eróticas”, que acabaron lógicamente en lo verdaderamente esperado: pornografía dura y pura, la cosa cambió por exceso, ya no se iba a ver striptease, este tipo de salas desaparecieron; la gente quedó saturada por ese curso acelerado de cuerpos, consultas de sexólogos, de cine con películas sin ton ni son… Lo curioso es que a la par que nos volvíamos tan europeos, tan libres, tan liberales, la Fiesta Nacional y el fútbol decaía, las folklóricas desaparecían y el deporte rey era ahora el baloncesto. Ya éramos casi como los suecos, los noruegos, los holandeses… Las prostitutas estaban ahora en salas de masaje y en clubes, establecimientos escasos en número que eran sólo visitados por gente mayor. La población menor de 60 años ya no requería esos servicios.

Años después, no hace tantos, unos 10/15 años, la cosa empieza a cambiar, hay otra prematura pero -esta si que es- real homologación con nuestros vecinos europeos –los occidentales, claro-: Llega la inmigración. Con ella llegan exuberantes jóvenes de Nigeria, Cabo Verde, Colombia, Bulgaria, Rusia, Ucrania, Rumania… El español parece estar cansado del sexo patrio y se vuelca en este tipo de prostitución no nacional. Aparecen prostíbulos con, ya no decenas de prostitutas, sino con centenares, donde uno puede elegir a la joven que quiera. Los periódicos se llenan de anuncios de prostíbulos y/o prostitutas, hasta algunos clubes de fútbol de barrio son patrocinados por prostíbulos, incluso se anuncian por la radio. Las despedidas de soltero ya no se celebran en discotecas y en pubs, sino en cabarets llenos de bailarinas/prostitutas. Vuelve, incomprensiblemente, el “striptease”. Ahora se hace sobre una barra, la misma estética que veíamos en películas americanas de los años 80 y que, con nuestro secular antiamericanismo, despreciábamos al observar a los americanos asistiendo a ese tipo de cabaret donde una chica se desnudaba mientras ellos se tomaban una cerveza. Lo achacábamos a su origen cuáquero.

A algunos sentimos el corazón a consecuencia de que nuestros ojos ven. Antes no se veía y no sufríamos. Ahora ya conviven con nosotros, incluso en nuestros edificios habitan algunas casas de masajes o empresas de modelos, no eufemísticamente, llamados casas de putas.

Veo en los ojos de mis hijos un claro reproche de que mi generación, los que tenemos entre 40 y 55 años, la generación que está gobernando, la generación que bajó de la Sierra Maestra Virtual, la que luchó en las calles del París Virtual, la que estudiaba en el Berkeley Virtual y tiraba piedras a la policía yankee, permita y, sobre todo, TOLERE, la esclavitud.

Hoy en día, en Suecia, lugar de donde decían venían unas rubias espectaculares muy libres ellas y muy liberales, se han tomado en serio esto de acabar con la prostitución. Ahora ya no se perseguirá a las prostitutas sino que se hará a LOS CLIENTES, a esos mismos seres sin escrúpulos, a esos mismos seres sin principios que se aprovechan de chicas que son esclavizadas. Aquí ya no hay un aprovechamiento de una chica venida de la miseria, sino de un aprovechamiento de una chica esclavizada. Hay que acabar con esto y los suecos han empezado, POR FIN, por el sitio que era intocable y que nunca se intentó penalizar: EL CLIENTE.

Desconozco, por falta de información, si esta fórmula también está enfocada simultáneamente hacia el esclavista, el secuestrador, pero me gustaría que fuera así.

Otra parte que debería ser perseguida con igual ahínco es el empresario de locales de alterne, el mismo personaje que manifiesta sin ponerse colorado que solamente es otro factor en el negocio, el más pequeño: él sólo pone el local. Parece que están muy interesados en que se legalice este tipo de esclavitud, que se blanqueé todo el dinero que crea este negocio esclavista, en que las esclavas puedan y lo necesiten cobrar el paro, el que tengan Seguridad Social y todo lo demás. Está visto que son un ejemplo del empresariado patrio altruista.

José Bono, ex-Presidente de la Junta de Castilla-León, manifestó en una ocasión, que él era partidario que las fotografías de los maltratadotes de género fueran publicadas en periódicos y vallas publicitarias en lugares públicos. Yo extendería esta gran idea a los CLIENTES detenidos por contribuir a la esclavitud, la prostitución.

¿No será que nuestro ensimismamiento patrio, nuestra hasta hace poco oculta xenofobia, nuestro etnocentrismo, nuestra actual posición de “nuevos ricos”, nos hace mirar hacia otro lado porque son chicas esclavizadas no españolas?

Alguna razón habrá en nuestras mentes para que podamos vivir sabiendo que en nuestra sociedad todavía existe la esclavitud.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberías pararte a pensar que hay putas que quieren ganarse la vida como putas y dejarte de tanta demagogia buenrollista.

Jefe Rojo dijo...

SH, he visto tu blog y me ha encantado. Se deduce tu poder de deducción, reflexión y análisis. No haré ningún comentario a tu idem. Un beso de buenrollista.

Anónimo dijo...

Creo que no tienes ni puta idea de lo que hablas y no hay nada más equivocado e inicuo que hablar de lo que se desconoce.

En primer lugar, te puedo asegurar que el porcentaje de prostitutas españolas/extranjeras, es más favorable a las nacionales que las cifras oficiales difunden y los no informados creen. Y quedarías sorprendido al conocer cuantas de ellas son jóvenes con estudios universitarios, mujeres casadas o señoras y señoritas con elevado estatus social.

En segundo lugar, pones de manifiesto en tus palabras, que solo hay hipocresía y discriminación social y moral hacia la libre voluntad de las mujeres en prostituirse.
Queda patente también tu machismo al ignorar la prostitución masculina en tu exacerbado juicio moralista. Tal vez pienses que no existe, o quizás no tengas argumentos para criticar su práctica.

Veo que consideras la prostitución un mero intercambio sexual (compadezco tu educación, no solo sexual, si no moral), negando así la prostitución espiritual de aquellas personas que se casan por dinero, poder o posicionamiento social. También considero un desconocimiento de las funciones de aquellas mujeres que criticas y juzgas, pues no es la prostitución un mero servicio de boca, ano y vagina, como sectariamente describes, si no que su amplio contenido incluye servicios realizados exclusivamente con las manos, pies y tambien mucho menos físico, exclusivamente de compañía y conversación. O solo los contactos sexuales harán a las trabajadoras del amor prostitutas???
Es evidente que no tienes argumentos o solo la represión sexual te hace decir tales barbaridades.

Anónimo dijo...

Y eso si que echo de menos en tus burdos argumentos. La autentica explotación, no solo femenina, es el salario miserable, los jornales interminables por sueldos humillantes, como lo son las empleadas del hogar internas, obligadas a jornadas sin horarios por la mera manutención. Pero eso no te da tanto asco como para reconocerlo y comentarlo.

La libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo no debería estar en entredicho nunca, menos con razones demagógicas y moralistas. La prostitución voluntaria es todo menos explotación y cualquier cosa menos inmoral. Y por supuesto, cuando nadie nunca lo pone en duda en el caso de un hombre, se queda sin argumentos quien quiere satanizar la prostitución femenina.

Sirva como manifiesto de conocimiento de causa mi confesión: yo soy un hombre que vende sexo a mujeres, soy por tanto un prostituto y hablo desde la libertad, desconociendo la explotación. Y puedo asegurar que todas mis compañeras que conozco están dentro de lo que he descrito.

Sin acritud.

Anónimo dijo...

No quiero discutirte tus tesis sobre trata de blancas o mafias de proxenetas, por que no hay discusión, pero si que sea en las cantidades que dices y que desconoces. Lo que pretendo es negar que sea motivo de abolición una práctica cuando es voluntaria, como sería injusto prohibir la adopción y el trasplante de órganos por existir tráfico de órganos y de niños raptados. Se debe perseguir al delincuente, no criminalizar la actividad y a quienes la practican haciendo uso de su libertad.
Demonizas a empresarios de clubes y locales de alternes por el mero echo de ganar dinero de la prostitución, incluso sugieres penalizar al consumidor de sexo de pago, pero olvidas, haciendo el juego a los poderes fácticos, las gancias sustanciales de los diarios que insertan anuncios de relax en sus páginas.

Hablas de los consumidores con odio y de las chicas con falsa pretensión liberadora, pero nada comentas de la situación inversa. Consideras mujeres sin escrúpulos a las señoras que pagan por sexo? Consideras chicos explotados a los gigolós que venden favores sexuales? Crees de veras que son esclavos?
Tienes argumentos que puedas explicar, fuera de tu demagogia e hipocresía moralista, para impedir que un chico intercambie sexo por dinero con una señora desencantada o una ejecutiva necesitada de placeres o compañía?
Y si no tienes tales argumentos con la prostitución masculina, los tienes para con la femenina?
Acaso no es una flagrante discriminación machista?

Recuerdas también el caso sueco, donde la prostitución quedó abolida y penalizado incluso su consumo. Pero desconoces u omites sus causas y los motivos.
La otrora liberal sociedad sueca es ahora una sociedad burguesa e hipócrita. En el momento de la abolición el parlamento tenía una mayoría de escaños femeninos con una corriente de integrismo feminista. Las razones de la prohibición no son feministas, ni de protección a los desamparados sociales, es más enrevesada e hipócrita. La lucha social de la izquierda nunca pondría como excusa la explotación de quienes manifiestan por activa y por pasiva su libertad en decidir. Ni de quienes pueden demostrar ingresos superiores a los que puede percibir un director en la empresa pública, incluso en algunos casos hasta de la privada. Una corriente feminista lucharía por la igualdad con los hombres y por la libertad de las mujeres para decidir sobre su sexualidad y sobre su cuerpo, como ya hacen sobre el derecho al aborto. O acaso es distinto el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo cuando se trata de sexo?
Teniendo en cuenta estas premisas nos queda los verdaderos motivos de las feministas y la sociedad sueca: la primera, meramente egoísta y posesiva. El territorio de su espacio personal y sexual. Eliminado el riesgo de infidelidad dentro de sus matrimonios.
La segunda, burguesa. Cuanto menos mujeres hay capaces de ganar un dinero digno, trabajando con su cuerpo en libertad, más mujeres habrá que trabajen con su cuerpo en mi beneficio y en las labores del hogar, por un sueldo mísero y explotador.
Por que eso si que es explotación!!!

Anónimo dijo...

La prostitución es necesaria. No todo el mundo tiene la posibilidad de mantener relaciones sexuales consentidas (por los curas), por lo que las prostitutas que ejercen su "labor social" LIBREMENTE son, a mi juicio, del todo necesarias. Otra cosa si digo, la policía debería vigilar y arrestar a los proxenetas (no a las prostitutas), aunque esta es una tarea ardua, ya que los mismos «cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado», son los primeros en buscar favores en esos "cuerpos de bienestar para «los miembros» de esas fuerzas del Estado".